El procesado térmico incluye procedimientos tales como la cocción-laminación, micronización, expansión, extrusión, etc, y conduce a la gelatinización del almidón con una mejora de su accesibilidad al mismo de las amilasas microbianas y de las secreciones digestivas del animal. La eficacia del proceso de gelatinización depende del procesado, del método analítico utilizado y del tipo de grano, oscilando entre un 30 y un 100%. La mejora de digestibilidad depende, además, de la capacidad amilásica del animal, siendo superior en el caso de animales jóvenes.
En rumiantes, los efectos positivos del procesado térmico se ponen especialmente de manifiesto en el caso de granos con una elevada proporción de endospermo córneo (como el sorgo, y en menor medida el maíz, el arroz y el guisante), en los que la digestión ruminal del almidón crudo es incompleta (entre un 50 y un 75%). En estos casos, el procesado térmico facilita la actuación de las enzimas microbianas, disminuyendo significativamente la cantidad de almidón que escapa inalterada del rumen. Como consecuencia de ello y de la baja capacidad amilásica intestinal en rumiantes, hay un incremento apreciable de la digestibilidad fecal del almidón (entre un 5 y un 10%, con respecto a los granos crudos), correspondiendo los valores más elevados al sorgo. Las diferencias en energía neta son algo inferiores, ya que parte de esta ventaja se compensa por unas mayores pérdidas energéticas de fermentación (calor y metano). En el caso de alimentos con una baja proporción de endospermo córneo (cebada, trigo, avena, mandioca), los efectos del procesado sobre su valor energético son mínimos, puesto que su almidón es fácil y rápidamente fermentado por los microorganismos del rumen, sin necesidad de tratamiento.
En los rumiantes, el procesado térmico de los concentrados de almidón supone también un aumento de la proporción de proteína indegradable en el rumen (alrededor de un 40%). Si las condiciones de procesado son adecuadas, la digestibilidad intestinal de la proteína permanece inalterada.
La utilización digestiva del almidón crudo en animales monogástricos es prácticamente completa a nivel fecal. Sin embargo, los pollitos jóvenes, lechones y gazapos destetados precozmente tienen una capacidad amilásica insuficiente. Como consecuencia, se han observado incrementos del orden de un 4% en el valor energético de los granos de cereales como resultado de su procesado térmico. En este caso, el efecto parece ser independiente del grado de gelatinización que se consiga. Además, el tratamiento supone un aumento de la digestibilidad ileal del almidón, lo que se traduce en un menor flujo hacia los tramos finales del aparato digestivo, y en una menor incidencia de diarreas. El procesado térmico de los granos de cereales y otros concentrados de almidón afecta también a la calidad de la proteína en dietas de animales monogástricos. Procesos adecuados desnaturalizan esta fracción y mejoran la digestibilidad de los aminoácidos. Por el contrario, procesos severos (por ejemplo, la extrusión seca) pueden reducir la disponibilidad de ciertos aminoácidos, especialmente la lisina. En el caso de granos de leguminosas ricos en almidón (guisante, habas, veza, etc.) el procesado tiene la ventaja adicional de inhibir la acción de algunos factores antinutritivos, tales como los factores antitrípsicos y las lectinas, favoreciendo así el consumo y la digestibilidad de los aminoácidos esenciales.
No existe un método oficial para determinar el grado de gelatinización del almidón, por lo que los valores dados por distintos laboratorios pueden no ser comparables. Tampoco es posible definir la calidad del proceso en base al grado de gelatinización conseguido. Así, los procesos de extrusión húmeda son muy agresivos y dan mayores valores de gelatinización que el cocido-laminado. Sin embargo, los resultados técnicos obtenidos en lechones con ambos procesos son muy similares. En cualquier caso lo importante es la cantidad de energía aplicada a lo largo del procesado.