Los yeros (Vicia ervilia L. Willd) son una leguminosa que se cultiva desde antiguo en todo el área mediterránea. Es un cultivo poco exigente que tolera climas fríos y secos y suelos de baja calidad aunque, en contrapartida, las producciones obtenidas son relativamente bajas (menos de 1000 kg/ha). Con respecto a las vezas forrajeras, se distinguen por el porte erguido de la planta y el mayor tamaño de la semilla, de color rojizo. Su cultivo en España se realiza principalmente en las dos Castillas y Aragón.
Al igual que la veza común, los yeros contienen un glucósido cianogénico, que puede eliminarse por cocción, que confiere al grano un sabor amargo y que resulta tóxico para animales monogástricos.
Los granos de yeros tienen una composición similar a los de la veza común, pero su contenido en proteína es inferior, mientras que el de almidón y su valor energético son superiores. Su concentración en grasa y minerales es baja. Como en otras leguminosas, la proteína de los yeros tiene un contenido apreciable en lisina y treonina y una elevada digestibilidad (> 80%) en todas las especies animales. Asimismo, la degradabilidad ruminal de la proteína de los granos crudos es relativamente alta (75%), al igual que la proporción de proteína que es soluble en el líquido ruminal (30%). Tienen también un contenido significativo de fibra (11,5% FND) poco lignificada (1% LAD) y de oligosacáridos.
Los yeros son un ingrediente adecuado en raciones de rumiantes. Su almidón fermenta en el rumen a una velocidad relativamente lenta (40% a las 12 h, pero 90% a las 24 h de fermentación). Suponen también un aporte apreciable de proteína y fibra digestible. En todo caso, se recomienda limitar su nivel de inclusión a un 25% como máximo, nivel que debería restringirse en el caso de animales lecheros. En animales monogástricos su uso no está recomendado.
Los efectos del procesado y las normas de control de calidad se consideran similares a las descritas para la veza común.