En el proceso de obtención del azúcar blanco de la remolacha azucarera, se obtienen dos subproductos de utilidad en alimentación de rumiantes: los cuellos de la remolacha y la pulpa de la remolacha, residuo obtenido tras la extracción del azúcar. Esta pulpa puede ser usada como tal (pulpa de remolacha en fresco) con un contenido en materia seca del 10-12%, una vez prensada (pulpa de remolacha prensada) hasta alcanzar un contenido en materia seca del 20-25%, tras su ensilaje, o bien deshidratada (pulpa de remolacha deshidratada) hasta conseguir un producto con un 88-90% de contenido en materia seca. El uso de pulpa de remolacha húmeda se limita fundamentalmente a los rumiantes y en zonas cercas a los centros de producción, debido al elevado coste del transporte. No se observan diferencias significativas en la composición química correlacionadas con el contenido de materia seca, aunque éste es variable.
El contenido en proteína bruta de la pulpa de remolacha es de un 7-10%. El extracto etéreo es muy bajo, del orden del 0,5-0,7%. Los contenidos en FND y FAD son elevados: 44% (36-52) y 24% (19-28), respectivamente, mientras que el contenido en lignina es bajo (2-4%). Ello explicaría la digestibilidad elevada de la fibra de este subproducto (75%). Se trata, sin embargo, de una fibra de baja efectividad (33%). El contenido en pectinas de la pulpa de remolacha se estima en un 20-30%, y el de azúcares libres en alrededor del 6%. Los grupos carboxilo del ácido galacturónico se caracterizan por su alta capacidad de intercambio iónico, lo que le otorga una buena capacidad tamponante del pH. El contenido en cenizas es de un 6%, aunque esta cifra es muy variable (5-9%), en función de la posible manipulación que llega a sufrir este subproducto. La pulpa de remolacha es considerada como un subproducto rico en macro y microminerales, con la excepción del P, cuyo contenido es especialmente bajo.
La digestibilidad de la materia orgánica es elevada (85%), siendo alto también su valor energético (3,0 Mcal de energía metabolizable/kg). La degradabilidad efectiva de la proteína es de un 55% y la velocidad de degradación de un 6,5 %/h. El valor de digestibilidad intestinal de la proteína que escapa de la degradación ruminal es de un 60-70%, siempre mayor en fresco que cuando se consume en seco, ya que el proceso de desecación suele reducir la degradabilidad ruminal y la digestibilidad intestinal de la proteína. La proteína es deficitaria en metionina y aminoácidos totales azufrados.